viernes, 13 de mayo de 2016

Albor


Un, dos, tres... 
la mirada en el tres se atraviesa y
ya no es igual a sí misma:
      se desmura del dolor,
      prepotea a la sombra segunda del celo,
      malconoce en el horizonte un brillo como si fuera de ambos 
      (ese uno del equívoco imprescindible),
      y,
         en fin,
         hace un prisma de visura que aprisiona la espuma
         la piedra
         el rumor la raíz
         el tiempo y los temporales...

Desde ahí se yergue tu modo,
tu aún triunfante sobre mi siempre


Y lejos del Siglo y del planeta,
tu pestañeo 

(abrazo de mirada y más),
en un apretón del vientre del mundo,
en una ola de tu piel a mi orilla,
en una braza de mi ardid a tu lazo,
somete aquella penumbra a este amanecer.


Ocasión y cuerpo
momento y comarca
tu miga me asila,
      y en un breve chasquido tu traza,
      retazo de eternidad, 

      me aloja en su reino
      última y única gracia

y mis destierros entran en una merecida gota de olvido.


(1989)

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