En Hualcupén el tiempo no pasa...
manso rebaño de pausas,
manso rebaño de pausas,
pace.
La siesta se distrae entre los pehuenes y cae,
pluma,
en el día futuro.
Nuestra hora va y se pierde entre las rocas,
múltiple, brillante, azarosa,
y nace el arroyo de lo que su piñón transpira...
blando,
manso,
ese néctar baña aúnes...
mientras
su correr, que no arrolla,
hace lugares.
Nada de lo que toca llena,
nada queda vacío.
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